Cada persona es única y valiosa, tiene una manera particular de ver las cosas y también una manera de aprender específica que aplica a diferentes aspectos de su vida. Ésta se verá condicionada por sus vivencias, experiencias, creencias, habilidades innatas y preferencias para aprender. ¡Conocerlas nos ayudará a comprender cómo aprendemos! Y de esta forma, mejorar nosotros mismos y ayudar a otros a lograr un aprendizaje más favorable.
Al aprender o enfrentarnos a situaciones desconocidas, podemos reaccionar con inseguridad, miedo o estresarnos. El estrés provoca en cada persona reacciones diferentes de acuerdo a su perfil de aprendizaje, y sólo por citar algunas, detallaré: se nubla la vista, se deja de ver con claridad; otras personas dejan de escuchar, algunas no pueden coordinar sus palabras y otros quedan paralizados, no pueden moverse.
¿Conocés tu propio estilo de aprendizaje, el de tus hijos y alumnos?
Su importancia radica en observar qué sucede en tu cuerpo al aprender o estar bajo situaciones de estrés, y sabiéndolo, podrás actuar de una manera más armónica, reconocer tus virtudes, dones y fortalezas. Detectar cuál es el perfil de aprendizaje de cada persona te ayudará a comprender verdaderamente el potencial que espera ser activado.
Mencioné anteriormente que de acuerdo al perfil de aprendizaje de cada persona, las reacciones físicas pueden variar. Pues bien, para lograr un estado de aprendizaje óptimo es necesaria una integración cerebral y corporal total. De esta forma, la información es captada por los sentidos y éstos la transmiten al cerebro de manera efectiva. Es por ello tan importante permitirles a los niños moverse y jugar mientras aprenden, ellos poseen la capacidad de moverse intacta y nosotros debemos imitarlos para seguir aprendiendo como niños! Al movernos despertamos nuestro cerebro y afianzamos los nuevos conocimientos y aprendizajes.
Procuremos que nuestras futuras experiencias de aprendizaje se tornen placenteras y positivas, sin estrés y desde los sentidos hacia nuestro cerebro.