Este taller está diseñado para experimentar el volver a sentirnos como niños, más allá de la edad. Permitirnos jugar y expresarnos naturalmente, conectarnos con nuestro corazón, con el disfrute. Aprender a tolerar los errores. Los propios y los ajenos. También aprender a tolerar la frustración de que algo no nos salga desde un principio como queremos, aceptarlo y estar dispuestos a cambiarlo. Cuando nos permitimos reírnos de nosotros mismos nos alivianamos.

Mediante las danzas-juego, a través del movimiento y la música y del compartir con los demás, logramos interconectar y fortalecer las conexiones de las distintas dimensiones de la inteligencia; ¡aunque suene extraño o novedoso! La mente, el corazón y el cuerpo están interconectados y al movernos estimulamos el flujo de información en el cerebro y el cuerpo. El cuerpo habla, es sabio y sabe lo que necesitamos en todo momento. Es de suma importancia prestarle atención y escuchar qué necesita. El movimiento nos mantiene vivos y si lo asociamos a una intención positiva nos guía hacia nuestros objetivos con fluidez.

El movimiento hace que nuestro cerebro crezca, se mantenga joven y flexible. Además, libera los bloqueos instalados en el cuerpo. Cuando nos movemos liberamos un neurotransmisor llamado dopamina y es el responsable de hacernos sentir bien. Un dato interesante es que la deficiencia en dopamina se relaciona con la enfermedad de Parkinson. A través de las danzas y mediante los juegos de coordinación fortalecemos algunas funciones cognitivas, tales como la atención y la memoria. Si nos permitimos disfrutar también liberamos endorfinas, que nos conectan con las sensaciones de bienestar, placidez, alegría, placer y ganas de vivir.

¡Te invito a experimentar estas sensaciones y a poner el cuerpo en movimiento!