Los papás de varios niños que atiendo me consultan frecuentemente acerca de sus preocupaciones por el rendimiento académico de sus hijos, y el trato que reciben de los docentes. Especialmente se preocupan cuando los docentes insisten en una tarea mal realizada, la falta de atención en clase o la falta de comprensión de las consignas y envían una y otra vez notificaciones escritas o a través de sus hijos.

Como docente, considero que debemos ser muy cuidadosos con nuestras conductas y en el trato que le brindamos a nuestros alumnos, ya que influye enormemente en su comportamiento futuro.

Los docentes tenemos la responsabilidad de instruir a personas en plena formación y depende de nuestras actitudes contribuir negativa o positivamente en el desarrollo de sus capacidades y potencialidades. Literalmente podemos ayudar a nuestros alumnos a potenciar la capacidad de sus cerebros a través de la influencia del entorno de aprendizaje que creemos al enseñar.

Lamentablemente al estudiar la carrera docente no aprendemos acerca del cerebro, qué necesita para aprender y cómo, en nuestro rol docente, podemos estimular el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Al no tener un conocimiento profundo acerca de las necesidades al aprender, es natural que cada uno enseñe a sus alumnos de la forma en que se sienta cómodo, es decir, desde su propio perfil de aprendizaje; pero debemos saber que no todos aprendemos de la misma manera. Por eso es muy necesario respetar las distintas formas de aprender, las distintas inteligencias que las personas poseemos y los ritmos de asimilación, comprensión y aprendizaje. Algunas personas son realistas, están muy arraigadas; otras son más soñadoras; algunas muy expresivas y otras más orientadas a su interior, y absolutamente todas tienen su propio ritmo de aprendizaje.

Si como docentes forzamos a nuestros alumnos a amoldarse a nuestro perfil de aprendizaje y a nuestro ritmo, les estaremos generando estrés, aún siendo conscientes de ello o no. El estrés inhibe la neuroplasticidad y como consecuencia, inhibe el aprendizaje. Cada vez que nos estresamos volvemos a un patrón limitado de reacción que está controlado por los centros más primitivos del cerebro, que no permiten retener la nueva información, procesarla y aprender.

Para evitar este estrés en nuestros alumnos, puedo recomendarles algunos tips que puse en práctica en este maravilloso camino de enseñar y me han dado muy buen resultado.

  • Preparar el ambiente de clase para que sea ameno y cómodo, eliminar cualquier distractor que pueda producir estrés.
  • Contemplar que la temperatura sea adecuada, la iluminación suficiente, el silencio esté presente y exista un aroma agradable.
  • Despejar los canales de percepción propios y los de los estudiantes para optimizar sus sentidos.
  • No etiquetar a los alumnos por su comportamiento, conducta, capacidad ni otros.
  • No comparar a los alumnos entre sí ni con sus hermanos. Mantener una mente abierta a la individualidad y al proceso de cada uno.
  • Estar atento a nuestros pensamientos y creencias acerca de nuestros alumnos y esperar siempre lo mejor de ellos. Estar seguros que todos son capaces y respetar el ritmo de cada uno.
  • Hacer pausas periódicas, no sobrecargar al alumno. Luego de un período de 20 minutos de concentración, realizar movimientos físicos o implementar actividades que “despierten” sus sentidos.
  • Enfatizar lo positivo que cada alumno va logrando.
  • Utilizar el humor para captar la atención o fijar algún conocimiento.
  • Realizar actividades que despierten la curiosidad en el alumno para lograr motivarlos.
  • Lograr un equilibrio entre la activación y relajación tanto física como mental. Implementar tareas que activen tanto el sistema nervioso simpático como el parasimpático.
  • Irradiar actitud de confianza en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
  • Dejar un espacio para el movimiento físico en la clase. Los mecanismos cognitivos están basados en la actividad motora. Citando a Piaget: “Debemos percibir para movernos, pero debemos movernos para percibir.”
  • Crear un espacio donde se fomente la cooperación, la reflexión y el compartir.

No todos nacimos para ser excelentes alumnos y como docentes, no sabemos si en nuestra clase están los futuros deportistas, bailarines, conductores de tv o radio, científicos o mecánicos. Cada uno tiene sus propias necesidades de exploración y debemos cuidarlo, respetarlo, valorarlo y potenciarlo.

¡Hasta la próxima!

Gabriela Lombardo